CÓMO ENFRENTAR LAS TORMENTAS DE LA VIDA

 

Las tormentas de la vida llegan en todos los tipos imaginables, desde lloviznas que nos causan inconveniencias hasta enormes huracanes que amenazan hundirnos. Sin embargo, toda tormenta puede desviarnos si no estamos anclados en la verdad de Dios. Por lo tanto, la biblia nos enseñará cómo enfrentarlas antes que las corrientes nos azoten.

Mateo 9:18-33 Dios Habla Hoy (DHH)

La mujer enferma y la hija de Jairo

Mientras Jesús les estaba hablando, un jefe de los judíos llegó, se arrodilló ante él y le dijo: Mi hija acaba de morir; pero si tú vienes y pones tu mano sobre ella, volverá a la vida. Jesús se levantó, y acompañado de sus discípulos se fue con él.

Entonces una mujer que desde hacía doce años estaba enferma, con derrames de sangre, se acercó a Jesús por detrás y le tocó el borde de la capa. Porque pensaba: «Tan sólo con que llegue a tocar su capa, quedaré sana.» Pero Jesús se dio la vuelta, vio a la mujer y le dijo:

Ánimo, hija, por tu fe has sido sanada.

Y desde aquel mismo momento quedó sana.

Cuando Jesús llegó a casa del jefe de los judíos, y vio que los músicos estaban preparados ya para el entierro y que la gente lloraba a gritos, les dijo:

Sálganse de aquí, pues la muchacha no está muerta, sino dormida.

La gente se rió de Jesús, pero él los hizo salir; luego entró y tomó de la mano a la muchacha, y ella se levantó. Y por toda aquella región corrió la noticia de lo que había pasado.

Jesús sana a dos ciegos

Al salir Jesús de allí, dos ciegos lo siguieron, gritando: ¡Ten compasión de nosotros, Hijo de David! Cuando Jesús entró en la casa, los ciegos se le acercaron, y él les preguntó: ¿Creen ustedes que puedo hacer esto? Sí, Señor le contestaron.

Entonces Jesús les tocó los ojos, y les dijo: Que se haga conforme a la fe que ustedes tienen. Y recobraron la vista. Jesús les advirtió mucho:

Procuren que no lo sepa nadie. Pero, apenas salieron, contaron por toda aquella región lo que Jesús había hecho. Jesús sana a un mudo

Mientras los ciegos salían, algunas personas trajeron a Jesús un mudo que estaba endemoniado. En cuanto Jesús expulsó al demonio, el mudo comenzó a hablar. La gente, admirada, decía:

¡Nunca se ha visto en Israel una cosa igual!

 

Los discípulos experimentaron muchos “momentos en la cima” con el Señor Jesús. La hija del principal de la sinagoga fue resucitada; dos ciegos recuperaron la vista; los mudos pudieron hablar; y el hombre poseído por demonios fue liberado. Pero cuando la tormenta llegó aquel día en el mar, el temor les invadió. Sus mentes no podían recordar las lecciones que habían aprendido sobre el poder y los propósitos de Aquel a quien seguían. Incluso, ver caminar al Señor Jesús sobre el agua no les trajo alivio inmediato (Mt 14.26).

Cuando la adversidad nos golpea es fácil olvidar lo que sabemos de Dios. Tenemos dificultad para recordar sus respuestas a las oraciones en el pasado, la guía específica dada por el Espíritu Santo y las lecciones aprendidas en crisis anteriores. Solo la situación presente parece real. Mientras la mente nos da vueltas, la turbulencia emocional puede impedirnos pensar con claridad.

Leer la Biblia es clave para recordar las verdades bíblicas. Otro recurso importante es un diario personal: un registro escrito de su peregrinación con el Señor. El diario debe contener los detalles de cómo el Padre celestial ha trabajado antes en su vida. Sirve como un mapa para señalarle dónde estuvo usted antes, y de qué manera le ayudó Dios. Aunque su prueba actual sea nueva, puede mirar hacia atrás y ver la naturaleza inmutable del Señor a lo largo de los años.

Como cristianos, tenemos un enemigo que quiere apartar nuestro enfoque del Señor Jesús. Frustremos la estrategia del adversario dedicando tiempo a la Palabra de Dios y llevando un diario. Hacer esto nos ayudará a recordar cómo el Señor Jesús nos auxilió personalmente y nos protegió con su poder divino.

Las tormentas en nuestra vida pueden, a veces, tener un propósito semejante. Es fácil estar tan atrapados en la rutina diaria, o preocupados por perseguir una meta, que no nos damos cuenta del bien que el Señor tiene en mente. Cuando estamos enfocados en nuestros deseos, también nos hacemos más vulnerables a tomar decisiones que no concuerdan con su Palabra.

Puesto que Él quiere lo mejor para sus hijos, nuestro Padre celestial hará todo lo que sea necesario para ponernos en una posición que nos permita recibir su bendición. Ahí es cuando de repente nos encontramos en medio de una tormenta; la vida estuvo antes soleada y resplandeciente, pero ahora nos enfrentamos a la turbulencia o incluso al dolor. Esos reveses pueden tomarnos desprevenidos, y hacer que nos preguntemos, ¿Por qué permite Dios que me suceda esto?

Aunque el Señor permite, a veces, tormentas en forma de problemas y dificultades, su propósito nunca es hacernos daño. Si usted está pasando por una prueba difícil en este momento, Dios puede estar tratando de dirigir su atención hacia Él. Es posible que esté trastornando los planes que usted tiene para poder llevar a cabo los de Él.

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